Desde su invención, la bombilla se ha convertido en soporte fundamental de la vida diaria, pero ¿ cuál es su controvertida historia? Hoy te explicamos las claves de su evolución.
Una bombilla incandescente emite luz como consecuencia del calentamiento que produce el paso de una corriente eléctrica a su filamento metálico (de tungsteno habitualmente). Este filamento, se protege al vacío de posibles roturas y de la oxidación temporal con un globo de cristal o cuarzo.
En la actualidad, se ha generado una gran controversia al escribir la historia de las bombillas incandescentes sobre la autoría de la invención de la lámpara incandescente. Seguramente te venga a la mente alguna imagen cinematográfica de la invención de la bombilla por Edison, pero lo cierto es que parece demostrado que no fue exactamente así. De hecho, en su trabajo Edison’s electric light: biography of an invention, R. Friedel y P. Israel cifran en 22 a los inventores de lámparas incandescentes previos a Thomas Edison y a Joseph Wilson Swan. La pregunta es, ¿por qué nos dijeron en la escuela que Edison inventó la bombilla?
La respuesta parece clara: el éxito de Edison no fue el lograr una bombilla que emitiera luz, sino el obtener un sistema que resultara más económico y eficiente (según las circunstancias de la época), y el saber actuar con mayor inteligencia comercial y burocrática. Podría decirse que Thomas debe la inmortalidad a la bomba de Sprengel, que le permite un mejor vaciado del interior de la bombilla, y al filamento del carbono, que era comercialmente más viable, pero no al hecho de ser el primero en patentar la bombilla.
Algo semejante sucede con Sir Joseph Wilson Swan, cuya primera patente británica data de 1878, si bien ya en 1860 logra un dispositivo funcional emisor de luz que tampoco es el primero, pero sí es viable. Muy interesado por sacar rendimiento económico a su dispositivo, empieza su actividad comercial instalando bombillas en los hogares y, tres años más tarde, crea The Swan Electric Light Company para distribuirlas en el Reino Unido. Edison de hecho sólo mejora el sistema de Swan y gracias a la campaña que lleva a cabo en los EEUU donde reclama la verdadera autoría de la invención, logra comerciar con ella allí mientras que Swan conserva los derechos en Reino Unido. En 1883 las compañías de ambos se unen en la Edison & Swan Electric Light Company, donde contaron con John Ambrose Fleming, comerciando con éxito hasta ser adquirida en 1928 por la Associated Electrical Industries.
Podría decirse entonces que tanto Swan como Edison fueron los primeros en comerciar con la bombilla incandescente pero previamente hay tres figuras que contribuyeron indudablemente al desarrollo de este invento que debemos mencionar:
En primer lugar Humphry Davy obtiene en un filamento de platino la primera luz incandescente causada por corriente eléctrica en 1802, gracias a su poderosa batería eléctrica. No fue lo suficientemente potente pero marcó el inicio de las investigaciones que en los años posteriores llevaron a múltiples experimentos (algunos patentados) en filamentos de platino, iridio y carbono envasados o semi-envasados al vacío.
En 1835 James Bowman Lindsay afirma que gracias a su bombilla incandescente constante puede leer un libro a “una distancia de un pie y medio”. No está lo suficientemente bien documentada su invención pero es considerado por muchos como el verdadero inventor de la bombilla. Y puede que hubiese obtenido un gran beneficio económico de su logro, pero James, volcado en sus investigaciones telegráficas, deja a un lado la luz incandescente.
Y en tercer lugar, cinco años más tarde Warren de la Rue patenta por primera vez una bombilla incandescente con filamento de platino envasado al vacío.
Por supuesto, existen muchas otras figuras que contribuyeron indudablemente al desarrollo de la bombilla comercial de Edison y Swan. A fin de cuentas el desarrollo no es sino una continua interacción de análisis y síntesis. Hoy, disfrutamos de una luz eficiente y de mínimo consumo gracias al desarrollo de la tecnología LED, posible gracias a la obtención de la luz azul que supuso el premio Nobel a Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y a Shuji Nakamura.